Llegado el día, el horizonte sonrojado saluda a la Noche destemplada, que se desliza hacia el Oeste. Las nubes forman figuras que cautivan las miradas de quienes a pesar de todo, permanecen en pie tras la tormenta.
Puede ser la calma que viene a visitarles, puede ser la trampa tejida por el destino para doblegar su fe indomable, pueden ser los sueños que quieren aprisionarles.
Toques de moca al nacer en las orillas de la Niebla. Trastorno sistemático que aprieta el gatillo envalentonado por la lucidez del Nuevo Mundo. Templos en una Cueva, mercenarios de un latir, Dioses de Fuego y Agua...
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